La Constitución tiene pies y camina; tiene manos y me abraza

En la celebración del 179 aniversario de Constitución la cual es considera como la palabra del pueblo, así como la Sagradas Escrituras son las palabras de los cristianos, es necesario que gobernantes y gobernados aprendan a conocer, amar y respetar para una mejor convivencia entre los seres humanos que vivimos en este lado de occidente.

El Mes de la Constitución, y en especial el 6 de noviembre, que celebramos este lunes, debe convertirse en “espacio permanente” para que las instituciones educativas, juntas de vecinos, entidades comunitarias, clubes deportivos y culturales iglesias, partidos políticos, así como empresas, no importando su naturaleza razón de ser, cumplan con el mandato de “encarnar” el texto constitucional, plasmarlo en el accionar cotidiano.

Felicitamos al Tribunal Constitucional de la República Dominicana, por las iniciativas en cada celebración de cumplir con su misión permanente de darle vida al texto normativo con la promoción de actividades donde se exaltan los derechos culturales, educativos, deportivos y medioambientales, en el pliego de actividades programas para la ocasión. 

Como el caso de la audiencia solemne en el Auditorio Menor Profesor Amarabis Suero del Instituto Politécnico Loyola, en San Cristóbal, ciudad considerada Cuna de la Constitución por haberse firmado allí la primera carta magna de la República Dominicana.

Una mirada al libro de los Proverbios 1: 20-21, afirma que: La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.

Sin ánimo de comparación, lo cierto es que, si deseamos tener éxito como nación, hacer lo correcto y obtener los resultados deseados, la Constitución debe tener espacio, alzar su voz en los lugares públicos y privados; hay que dejarla entrar a los hogares, como hace la “sabiduría”, que nos motiva a vivir con intencionalidad consistente en nuestro diario vivir, buscando la felicidad y el bienestar colectivo. Precisamente ahora donde la violencia en todos los órdenes, la inversión de valores está a la orden del día.

La tarea de formar ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos y deberes, es menester mayores esfuerzos de las instituciones de educación en los niveles preuniversitarios y universitarios, a fin de crear más conciencia personal sobre la promoción del texto constitucional, de las buenas costumbres y valores que tanta falta hacen en una “sociedad invertida” donde “a lo bueno se le llama malo, y lo malo se le llama bueno”.

13  años han trascurrido desde la proclamación de la Constitución en enero de 2010, y la creación del Tribunal Constitucional, y durante todo ese tiempo el pleno de los jueces que la integran no han cesado en su objetivo de que cada dominicano la conozca y se cumpla el artículo 63, numeral 13, donde la “aspiración” es que la Constitución sea parte esencial en cada centro educativo, en los programas de clases que imparten a las generaciones que luchan contra “enemigos naturales”,  que decir de la influencia de la tecnología, de la influencia de la cultura en el comportamiento de niños y jóvenes.

El apego y respeto, el cumplimiento por la ley de leyes fortalecerá las bases del Estado social y democrático de derecho al cual todos aspiramos y soñamos. Se requiere el establecimiento de una cultura del respeto a la Constitución, que promueva más la prudencia y la cordura en la vida diaria, así como la correcta aplicación de lo que uno sabe a lo que uno hace, a fin de lograr vivir en Constitución, como lo ha dicho en varias ocasiones el presidente de dicho organismo, el doctor Milton Ray Guevara.

Que la celebración del 179 aniversario de la Constitución sea parte de nuestro caminar, como brújula al navegante, y que nos proteja contra el virus de la ignorancia. Sin dejar de tener presente los principios eternos de la Sagradas Escrituras que como le recomienda Pablo al joven Timoteo 3: 16-17. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

¡Que viva la Patria, que viva la Constitucion!