Está completando las jugadas de rutina y aquellas que requieren de un esfuerzo mayor. De pronto, Fernando Tatis Jr. consigue un rendimiento superbo en una posición defensiva en la que todavía cruza la etapa de adaptación.
Antes de esto, arribó a la campaña recién completando una suspensión por consumo de esteroides y encontró la personalidad de Xander Bogaerts plantado en las paradas cortas de los Padres de San Diego.
Estaba fuera de hábitat mientras se preparaba para asumir el jardín derecho, pero no cabe la menor duda de que superó la prueba. Al menos hasta ahora. Luce cómodo y con seguridad, aunque poco elegante; los primeros ingredientes le brindan lo necesario.
Desde que apareció en las listas de los principales prospectos, las habilidades de velocidad y potente brazo destacaban en las páginas del petromacorisano. Esa conjugación determina a los virtuosos fildeadores… y sucede con él.
Registra disparos que viajan hasta el cuadro a 95.3 millas por hora de forma promedio, permitiéndose superar la media de la posición con casi tres puntos. En busca de perfeccionar el contexto, está tercero en una lista de 26.
Pero es solo la menor parte, las cosas adquieren mayor color cuando agregamos el rango y alcance. Indispensables en las evaluaciones defensivas, pues forman lo más importante de dicho apartado.
Las notas del dominicano también son sobresalientes, tomando en cuenta que cubre tres pies sobre un jardinero promedio en los desplazamientos.
Estos elementos unidos le permiten la suma de cuatro outs por encima del promedio (OAA, por sus siglas en inglés), una estadística que compara el rendimiento con la media de la posición, utilizando la ubicación y velocidad de los batazos para indicar superioridad o inferioridad.
Otras métricas proporcionan juicios favorables referente a la labor que realiza el dominicano, como lo vemos expresado en la cantidad de 4.9 carreras salvadas de acuerdo con la puntuación de la zona definitiva (UZR).
Esta última añade en su fórmula la ubicación de cada conexión en relación con el posicionamiento defensivo y evalúa las probabilidades de outs en cada situación específica.
Incluso, las mediciones tradicionales suscriben el buen desempeño de Tatis luego de cometer la minúscula cantidad de dos errores en 344 entradas y dos tercios.
La opción de convertir al quisqueyano en jardinero surgió como la respuesta de conseguir un hueco donde tuviese rápida aclimatación, pero, indudablemente, nada mejor pudo haber pasado.