Madrid.- Un bloqueo perfecto. Así podría resumirse el resultado de las elecciones generales de este 23 de julio que ha dejado en muy mal lugar a la mayoría de las encuestas y que ha dado argumentos a Pedro Sánchez para una edición renovada de su Manual de Resistencia.
Sánchez ha perdido, pero le ha salido la arriesgada jugada que decidió el día después del batacazo electoral del 28 de mayo y con la que corría el peligro de que todas las miradas del PSOE se volvieran contra él acusándole de precipitarse al adelantar los comicios.
Esa era una de las opciones, y la otra, la que va a prodigarse ahora en sus filas, era la de ser considerado como un estratega que sabe leer cada una de las situaciones y adopta la decisión correcta.
Con el triunfo electoral de hace menos de dos meses como principal argumento, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se presentó a estos comicios con el viento de cola, abanderando la necesidad de acabar con el “sanchismo” y aspirando a una mayoría suficiente que impidiera o rebajara el peso de Vox en su futuro Gobierno.
Una amarga victoria
Y Feijóo ha ganado, pero ha conseguido una amarga victoria que ni sumando con Vox y con alguna otra formación de la órbita popular le garantiza la mayoría necesaria para ser investido.
Enfrente, tampoco Sánchez logra que sus escaños, junto a los de Sumar y los del resto de socios que ha tenido a lo largo de la anterior legislatura den la ansiada cifra de 176 escaños.
A la espera de la finalización del escrutinio, Feijóo podría intentar sumar, negociaciones mediante y sin duda nada fáciles, 171 (136 del PP, 33 de Vox, 1 de UPN y 1 de Coalición Canaria), y Sánchez 172 (122 del PSOE, 31 de Sumar, 7 de ERC, 6 de EH Bildu, 5 de PNV y 1 de BNG).
En total, 343 escaños. Faltan 7, los de Junts, una fuerza política que tiene en sus manos convertirse en árbitro para la investidura del presidente del Gobierno o para deslizarse sin remedio a una repetición electoral teniendo como horizonte las fechas navideñas.
La primera reacción desde este partido ante la nueva situación que le ha llovido este domingo invita a pensar en esa nueva cita con las urnas.
Ha sido su cabeza de lista al Congreso, Miriam Nogueras, quien ha asegurado que no harán presidente del Gobierno a Sánchez “a cambio de nada”, algo que debe interpretarse como una negativa a que pudieran decantarse por ese voto favorable si hubiera un hipotético indulto a su líder, Carles Puigdemont.
El propio Puigdemont ha abundado en el mismo argumento: “No le debemos nada a nadie”.
Así las cosas, tendría que darse algún giro inesperado en las próximas semanas para que la alargada sombra de la repetición electoral se disipara.
Votación de investidura
Pero para eso tendrían que empezar a correr los plazos, algo que sólo ocurrirá cuando haya una votación de investidura, y la duda es quién se sometería a esa sesión en el Congreso sabiendo de antemano que no tendrá la mayoría suficiente.
Feijóo ha reclamado su derecho a ello recordando que su partido ha sido el más votado y anunciando que va a iniciar un diálogo con otras formaciones para que se cumpla la voluntad mayoritaria de los españoles y nadie, con llamada explícita al PSOE, caiga en la tentación de volver a bloquear España.
Es decir, una apelación a los socialistas para que, con una abstención, permitan su investidura.
Pero un Sánchez exultante por su derrota muy dulce ha proclamado el fracaso del “bloque del retroceso” y ha garantizado que España seguirá avanzando dando por sentado que él podría continuar a los mandos. O sea, que la abstención para investir a Feijóo puede darse por descartada.
Ante esas posiciones, el rey deberá decidir tras la ronda de contactos con los portavoces de los partidos que han conseguido representación en el Congreso, a quién propone como candidato a la investidura.
Vox, tercero
Frente a la alegría que se desbordó en Ferraz, los rostros en Vox denotaban que no se han cumplido sus expectativas y que la capacidad de influencia en el Gobierno tendrá, al menos, que esperar.