¿Es tu negocio una estructura sin amueblar?

Es mucho más usual de lo que imaginas el que existan “empresas” con identidades ya insertadas en el mercado que por fuera resulten seductoras, pero al acercarse a hacer uso de ellas, sepan a ausencia de orden, de estructura y de claridad en su desarrollo.

Inclusive que las asumamos como empresas, sin embargo, sean solo una marca con un negocio en desarrollo. Lo cual está perfectamente bien, ya que es la fase inicial del 97% de los negocios; lo que señala la alerta roja es que ese inicio no formalizado se desarrolle sin estructura ni base, y esto generalmente, genere como consecuencia directa el declive del proyecto.

No se tratará nunca de atacar los inicios de la mayoría de los negocios, pues el mismo desenlace presenta una empresa formalmente constituida, pero carente de los esenciales internos necesarios. Aunque a nivel de documentos y formalidades, dicha entidad cumpla con los registros de lugar, al no ser aplicado esto a la práctica ni reforzado con lineamientos internos suficientes, se apuesta por igual a una caída segura.

Esto nos evidencia que no se trata de solo producir una llamativa imagen o de concentrarse únicamente en crear el “la capa exterior” legal del negocio. Si bien los registros pertinentes de sus signos distintivos, de una legalidad empresarial y una identidad fiscal son de suma relevancia, estas bases por sí solas no construyen el negocio.

Poco importa el rubro al que se dedique tu punto de comercio, así como indiferente resulta la competencia del mercado; el poder está precisamente en cómo “amueblas” tu “cascarón”.

Más allá, aunque sin desvestirla de su relevancia, de lo que ofrecerá el proyecto, del local, de la ubicación o de cuántos socios lo conformarán, lo intangible ostenta un papel preponderante: ¿Por qué nace el negocio, que objetivo busco con él? ¿Cómo será desarrollada la operatividad del mismo? ¿Cuál es el público al que va dirigido lo que ofreces? ¿Cuál es el costo real de la operación de principio a fin?  ¿Cuáles serán las funciones específicas de cada uno de los integrantes? ¿Cuál será el elemento diferenciador de mi producto o servicio? Son preguntas cuyas respuestas acunan la verdadera identidad de la compañía y determinan el impacto que generará en el mercado de interés. 

Establece la esencia del negocio. Los famosos y actualmente considerados obsoletos identificadores de “misión, visión y valores” no es que son inservibles como tal, resulta que se convirtieron en una idea repetida sin corazón, que se viene redactando de forma automática para cumplir con una formalidad, mas no aplicando ni construyendo desde el alma del negocio y mucho menos haciéndola parte del actuar de la empresa. La respuesta está en que ese espíritu sea lo que rija y direccione cada uno de los pasos que se emprendan por, desde y para la empresa. 

El éxito de un negocio sienta sus bases en la EXPERIENCIA que vive el cliente o usuario desde que tiene contacto por primera vez con la identidad del proyecto hasta que completa el proceso de uso del producto o servicio que ofrece.

No basta con solo buscar vender, se trata de satisfacerle una necesidad al usuario o cumplirle un deseo. Mientras mayor placer y tranquilidad produzca tu producto/servicio en el consumidor común, mayor lealtad e identificación inclinará hacia tu negocio.

Un equipo que respeta y se empodera de lo que brinda, un espacio acogedor y armonizado con el concepto base de la actividad que desempeña el proyecto, unas condiciones de uso de la experiencia definidos, una garantía puntualizada a nivel de calidad y uso, la responsabilidad y cumplimiento de las promesas al cliente, la intención presente de que haya satisfacción integral en lo ofrecido, la sonrisa del cliente al sentirse bien atendido y complacido; son pilares indispensables para alojarse en el corazón del usuario, sembrar la esencia del negocio en el mercado e iniciar el camino de inmortalización de la sustancia corporativa que desarrollas.