La inteligencia artificial (IA) y su aplicación ha revolucionado diversos campos, y el derecho no es una excepción a este hecho. Con el avance tecnológico, herramientas como ChatGPT, la cual es uno de los sistemas de inteligencia artificial generativos más populares en la actualidad, han ganado popularidad en la práctica legal gracias a sus capacidades para formular respuestas a interrogantes o solicitudes que los profesionales del Derecho realicen en tiempo real. A partir de este hecho, surge una cuestión crucial: ¿representa este avance una oportunidad prometedora para la profesión jurídica o una amenaza potencial para los abogados?
Para comprender la magnitud del impacto de la inteligencia artificial en la práctica legal, es esencial analizar los aspectos positivos y negativos que esta tecnología conlleva. En un mundo donde la información fluye a una velocidad vertiginosa y donde la eficiencia es un factor determinante, la automatización que ChatGPT ofrece puede resultar atractiva para los abogados, ya que les permite liberarse de tareas rutinarias y enfocarse en cuestiones más complejas y estratégicas. La revisión de documentos legales, la redacción de contratos y la investigación jurídica son solo algunas de las labores que podrían beneficiarse de esta tecnología, al ahorrar tiempo y recursos para los profesionales.
El acceso a información actualizada y detallada es fundamental en el ejercicio de la abogacía, y es aquí donde ChatGPT demuestra su potencial impacto positivo. Con una base de datos en constante crecimiento, este modelo de lenguaje puede proporcionar a los abogados respuestas rápidas y precisas a preguntas específicas sobre leyes, jurisprudencia y regulaciones, optimizando el proceso de toma de decisiones y mejorando la calidad del asesoramiento que ofrecen a sus clientes. Además, al proporcionar una plataforma para la comunicación más fluida entre profesionales del derecho, ChatGPT podría fomentar una colaboración interdisciplinaria que enriquezca la resolución de casos complejos y el desarrollo de estrategias legales innovadoras.
Sin embargo, no todo es optimismo en el horizonte de la IA en la práctica legal. La automatización de tareas que históricamente han sido responsabilidad exclusiva de abogados humanos plantea cuestionamientos éticos y de confidencialidad. La seguridad y privacidad de la información del cliente son aspectos sagrados en la profesión jurídica, y la utilización de herramientas de IA podría implicar la transmisión de datos sensibles a terceros, exponiendo información confidencial a riesgos potenciales.
Además, es crucial reconocer las limitaciones intrínsecas de ChatGPT., que aunque impresionante en su capacidad para generar respuestas, este modelo de lenguaje carece de una comprensión real y profunda de los matices legales y las complejidades éticas que pueden surgir en situaciones específicas. La falta de contexto y la incapacidad para razonar como un abogado humano podrían llevar a interpretaciones erróneas o recomendaciones inadecuadas, lo que podría tener consecuencias negativas tanto para los clientes como para la integridad del propio jurista.
Los abogados enfrentan el desafío de equilibrar el potencial de la IA con la responsabilidad profesional y ética, por lo que la respuesta a este reto es invertir recursos en las preparaciones adecuadas que les permitan adquirir los conocimientos necesarios para administrar correctamente los sistemas que deban implementar en su ejercicio. Para el caso de ChatGPT o cualquier otro sistema generativo de información, el uso de los prompts o caracteres, así como la filtración de la información recibida son los aspectos básicos que los abogados deben manejar para aprovechar correctamente estas herramientas.
En conclusión, el éxito de la inteligencia artificial en la práctica legal dependerá de la colaboración entre humanos y máquinas, donde los abogados dirijan la tecnología hacia el servicio de la justicia y el bienestar de la sociedad. Al adoptar un enfoque equilibrado y ético, los profesionales del derecho pueden aprovechar el potencial de ChatGPT y otras herramientas de IA para fortalecer su práctica y contribuir a un sistema jurídico más eficiente, justo y accesible para todos.
Licenciado en Derecho, mención magna cum laude, por la Pontificia Católica Madre y Maestra (PUCMM).
Servidor del Poder Judicial.
Autor del Trabajo de Grado: “La Responsabilidad Civil derivada de los daños causados por el incorrecto uso y las fallas de los sistemas de Inteligencia artificial”.
Experto en temas de Inteligencia Artificial, Ciberseguridad y Responsabilidad Penal y Civil.
Curso de Inteligencia Artificial y Justicia – Escuela Nacional de la Judicatura.
Curso de Ciberseguridad y su connotación jurídica en Centroamérica y el Caribe – CONOSE.
Pruebas digitales y ciberseguridad: Nuevos desafíos. Desde la certificación hasta la judicialización – ADOPI.
Responsabilidad Penal y Civil de la Inteligencia Artificial – ADOPI.