El reto de crear nuestra propia historia

Mucha insistencia, mucha presión, mucho ‘deber ser’ hoy en día con el que construyas tu supuesta propia historia.  Supuesta porque no es tan tuya si es forzada, ni tan orgánica si debe encajar en estereotipos, ni tan respetada si es señalada, cuestionada y criticada, poco importando sus particularidades. 

Observando cada elemento que envuelve esta figura por separado, es posible tocar mejor su esencia: el origen de construirnos personalmente es en precisión el de usar toda la ola actual de libertad para poder desarrollarnos desde nuestra verdadera naturaleza, desde lo que fluye en nosotros a nivel físico, espiritual, emocional.

Por su parte, se da la realidad de que llegamos a siquiera pensar en lo que verdaderamente somos cuando ya estamos llenos. Llenos de conceptos, de ideales no necesariamente propios, de objetivos basados en terceros, de miedos, regidos por parámetros y construidos en base a un arquetipo social de “lo que corresponde” o “me tocó”, que forjan según las circunstancias de vida particulares de cada quien.

Y sobre esa base donde ya hay mucho construido, que usualmente no ha sido consciente, intencional ni desde nuestra pura convicción, no es posible construir de cero, porque no se está en cero; es por esto que se hace imprescindible el DESAPRENDER.

La Real Academia de la Lengua Española -RAE- define el “desaprender” como la acción de olvidar algo que se ha aprendido, no obstante, al darle una mirada más profunda, desde la psicología: se conoce este fenómeno como “el esfuerzo consciente e intencional de abandonar los patrones conocidos, las convicciones y la zona de confort intelectual para abrirse a nuevas maneras de hacer las cosas”. Y tiene esto alta relevancia porque viene a romper con la simple convicción de que “como así lo aprendí” o “así lo hacen todos (familia, sociedad o rubro en específico) desde siempre, entonces es la forma correcta y/o única para alcanzar un objetivo”.

Pues en la era donde todo se cuestiona y se señala, se precisa aprovechar lo positivo que tiene el ojo crítico para inclinar a nuestro favor esa observación insistente e incisiva para profundizar en lo factible o no del proceder usual, de manera objetiva, a la par de lo que puede provocar la pasión sin dirección.

Los cambios y las mejoras, de cualquier tipo y en cualquier ámbito, requieren de un punto de inflexión en el que se ponga en duda el protocolo existente y se busque la forma de modificarlo o mejorarlo. Así como indica el reconocido catedrático panameño Ayala de Medrano, en su curso titulado “Aprender a Desaprender y Reaprender”: “el propio ciclo del conocimiento lleva implícito la disposición de las personas al replanteo y confrontación con la realidad que le rodea, produciendo una interacción que conlleva a la actualización constante del conocimiento”.

Vamos a desestructurarnos para poder crear la disponibilidad de crear la propia estructura. Desaprender puede ayudarnos a evitar desequilibrios en el conjunto de habilidades, reducir errores repetitivos y permitir un desarrollo ascendente. 

Una vez “disponible el espacio, entonces es posible volver a llenarlo”; que es donde entra el elemento del nuevo aprendizaje, cual supone un proceso de interiorización de información que provocan la adquisición de conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Siendo este concepto popularmente aceptado como tal, podemos confirmar que es un hecho que constantemente nos encontramos en un proceso de aprendizaje, el detalle es que en el mayor de los casos no estamos conscientes de la magnitud de lo que ello implica.

No se trata de romantizar el proceso, cambiar implica hacer-pensar-sentir diferente; y el simple hecho de hacer algo como NO estamos acostumbrados: ¡incomoda! No ha de ser fluido y agradable, por el contrario, sí retador, irregular e intrigante; mas la magia está en que estés consciente de porqué y cómo estás cambiando y que es con un propósito claro y de bien para tus planos de construcción, no importa cuáles sean ni a qué aspecto de la vida lo apliques.

“El enfocarte en mirar el pasado, te impide visualizar el presente”, poderosa frase de una película animada de Disney Pixar que nos invita a dejar atrás lo usual obsoleto, con respeto y agradecimiento, aprendiendo de ello, mientras vamos implementando en pequeños ajustes los nuevos hábitos, convicciones, conceptos y accionar en cada área relevante de nuestra rueda de la vida.

Desarrollemos nuestra verdadera esencia atendiendo un detalle a la vez, de una manera altamente profunda, pero suficientemente simple, como para hacer asimilable y sostenible el cambio. Hay una frase de Herbert Gerjuoy, que Alvin Toffler popularizó al citarla en “el shock del futuro”, que nos motiva a pensar: “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.

Todos nacemos con un qué, un algo, que permite desarrollar nuestro verdadero potencial a su máximo nivel, del camino hacia descubrir lo que es ese algo, se trata el vivir.