La relación entre el hombre y la política ha sido un tema de reflexión constante a lo largo de la historia. Desde que ha habido hombre en el mundo, los sistemas políticos han surgido como una respuesta para la necesidad de organizar nuestras sociedades. Este diálogo continuo entre el hombre y la política continúa sirviendo como una antorcha para entender las particularidades del ser humano.
Para Platón, en la antigua Grecia, la política era tan humana como el aire que respiramos, siendo los sistemas políticos una consecuencia racional de la búsqueda del hombre por organizarse dentro del desorden de la creación. Los primeros sistemas políticos reflejaron las necesidades de una humanidad en su infancia. Los grupos nómadas, caracterizados por su movilidad, eligieron sistemas políticos donde imperaba un orden manifestado en la figura de un “jefe” o “líder”, una tendencia que evolucionó hasta el desarrollo de las monarquías y los sistemas políticos modernos.
Una famosa anécdota citada por Diógenes Laercio en su obra “Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres” relata que Platón, fue abordado por los habitantes de Cirene, quienes le solicitaron leyes y un sistema de gobierno. Ante esta solicitud, Platón respondió en la negativa, argumentando que “es difícil legislar para los satisfechos”, destacando así la complejidad de gobernar a quienes no perciben la necesidad de cambio o mejora.
La negativa de Platón revela una comprensión profunda: la política es más que la administración de la ley; es una reflexión sobre la convivencia humana. La administración del ser humano es un empeño complicado, que requiere elementos y factores esenciales como la justicia, la equidad y la comprensión de la naturaleza humana.
Este diálogo entre el hombre y la política no se limita a Grecia. En la antigua Roma, el gran Cicerón, denominado como el último gran hombre de la República Romana, afirmaba que “el bien del pueblo es la suprema ley” (“Salus populi suprema lex esto”), resaltando que la esencia de la política es buscar el bienestar colectivo.
Séneca, otro destacado pensador romano, enfatizaba la importancia de la virtud y la ética en la política, sosteniendo que un buen gobierno se fundamenta en líderes virtuosos y éticos. Esto nos lleva a reflexionar sobre la calidad moral y ética de nuestros líderes actuales y cómo estos valores influyen en la creación de políticas que afectan la vida de las personas.
La política, desde esta perspectiva, se convierte en un reflejo de la condición humana. No es solo un mecanismo de poder, sino un medio para cultivar una sociedad justa y equitativa. Platón nos enseñó que la política debe ser una práctica de reflexión y sabiduría, no solo un instrumento de control.
Es aquí donde la lección de Platón cobra un significado más profundo. Al rechazar la petición de Cirene, no solo destacaba la dificultad de legislar en la prosperidad, sino también el reto de construir una sociedad equilibrada y éticamente sólida. En la era moderna, nos enfrentamos a desafíos globales que requieren una comprensión profunda de la política como un arte humano. La política debe ser el puente que nos une en nuestra diversidad, facilitando el diálogo, la negociación y la colaboración. Debe ser una herramienta para enfrentar desafíos comunes que trascienden fronteras y culturas.
El hombre contemporáneo, por tanto, debe ver más allá de su contexto inmediato y reconocer que cada decisión política tiene un impacto global. Esto requiere un retorno a las enseñanzas de los filósofos antiguos, una reconsideración de la política no solo como un ejercicio de poder, sino como un compromiso ético y moral.
La política, en su esencia, debe buscar el equilibrio entre el desarrollo individual y el bienestar colectivo. Debe ser una expresión de nuestra humanidad compartida, un esfuerzo constante por mejorar no solo nuestras condiciones materiales, sino también nuestro tejido social y moral. Así, la lección que nos dejan Platón, Cicerón y Séneca es que la política es una práctica continua de reflexión y acción.
Licenciado en Derecho de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), con Especialidad en Diplomacia Comercial del Instituto para Formación Diplomática y Consular “Dr. Eduardo Latorre” y Maestría en Derecho de Transacciones de Negocios de IOMG. En la actualidad, funge como Socio y Director de Relaciones Gubernamentales y Corporativas en Pou & Velázquez, Abogados, así como Presidente de la Eurocámara de Comercio de la República Dominicana y Vicepresidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo Dominico-Belga (BelChamRD), entre otras funciones en el sector privado.