Constitución y universidad

La buena noticia de que el Estado dominicano, a través del Ministerio de Educación Superior Ciencias y Tecnologías (MESCYT), se compromete a la enseñanza y difusión de la Constitución y que sea parte del currículum del sistema educativo debe llenar, hasta cierto punto, de esperanza a los dominicanos. Es una luz que acaba de encenderse y ha sido puesta en alto a la vista de todos. 

Considero de gran trascendencia el paso dado por el Tribunal Constitucional en la persona de su presidente, doctor Milton Ray Guevara, y del Pleno de los jueces de esta alta corte, sin dejar de mencionar los integrantes de la Asociación Dominicana de Rectores de Universidades (ADRU), que de manera conjunta han dado un paso trascendental para la enseñanza de la carta magna, y continuar dándole vida al mandato del artículo 63.13, y el 32 de la Ley 137-11, y su  obligatoriedad de  la  enseñanza en todas las instituciones educativas públicas y privadas.

Este paso de trascendencia nacional y de alcance para las instituciones de educación superior (IES), ayudará a construir ciudadanía de la mejor manera posible, al dotar a los bachilleres y profesionales del conocimiento de sus derechos y deberes, de la formación social y cívica, los valores patrios y la convivencia pacífica en sociedad. 

Para que cualquier sociedad pueda desarrollarse y alcanzar éxito como nación, hacer lo correcto y obtener los resultados deseados, la Constitución debe tener espacio, alzar su voz en los lugares públicos y privados; hay que dejarla entrar a los hogares, como hace la «sabiduría», como atributo divino que nos motiva a vivir con intencionalidad consistente en nuestro diario vivir, buscando la felicidad y el bienestar colectivo del hombre y la mujer.

En la tarea de formar ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos y deberes, es menester mayores esfuerzos de las instituciones de educación en los niveles preuniversitarios, y más ahora, con más compromiso en los sectores educativos universitarios, a fin de crear más conciencia personal sobre la promoción del texto constitucional, de las buenas costumbres y valores que tanta falta hacen en una sociedad donde prima la inversión de valores, donde a lo bueno se le llama malo, y a lo malo se le llama bueno.

Se espera que el inicio de estos procesos formativos de la Constitución en el plano de las IES sirva de estímulo y de punto de arranque para que de una vez y por todas se concretice el acuerdo de cumplimiento y colaboración  interinstitucional definitivo  con el Ministerio de Educación, a fin de que el sistema pueda tener una  versión escolar de la Constitución dominicana, así como guías para orientar a docentes y alumnos  sobre la Constitución en las diferentes asignaturas  y contenidos curriculares aplicados en aulas. 

13  años han trascurrido desde la proclamación de la Constitución en enero de 2010, y la creación del Tribunal Constitucional, y durante todo ese tiempo el Pleno de los jueces que la integran no han cesado en su objetivo de que cada dominicano la conozca y se cumpla el artículo 63, numeral 13, donde expresa la aspiración de que la Constitución sea parte esencial en la formación que se imparte en cada centro educativo, ya que no se puede hablar de revolución educativa sin una formación ciudadana en materia de derechos y deberes.

Difundir la carta magna debería ser un compromiso tácito en todos los niveles de enseñanza, para seguir construyendo una cultura del respeto a la Constitución que promueva más la prudencia y la cordura en la vida diaria, así como la correcta aplicación de lo que uno sabe a lo que uno hace, a fin de lograr vivir en Constitución, como lo ha dicho en varias ocasiones el doctor Milton Ray Guevara, el cual ha sostenido también la denominada frase: “La democracia es el sistema político de las libertades y solo hay un camino para llegar a ella: la Constitución.

 ¡Enhorabuena!