El desarrollo historiográfico de la República Dominicana está plagado de enigmas. Y, a pesar de que se hace necesario recurrir a la investigación para la compilación de datos que refrenden las ideas, lo cierto es que la bibliografía se encuentra dispersa en relación a los primeros años de visión occidental de esta tierra caribeña.
Así que, con el fin de hilvanar un discurso diáfano, se procurará una lectura que, aunque sucinta, permitirá apreciar algunas muestras de la presencia del arte religioso colonial del siglo XVI. Dicho esto, hay que tener en cuenta que la empresa de conquista inicia con el deseo de promover la fe cristiana, por lo que, con los viajes de los europeos a la isla, llegan también los primeros ejemplares del arte religioso. A juicio de la filósofa peruana Marisa Mujica, también era muy importante en esta etapa el culto devocional a las imágenes de las vírgenes y los santos como medio de protección, los viajeros sentían la necesidad de encomendarse a un poder superior para que los ayudara a superar los peligros.
No obstante, hay autores como Fray Bartolomé de las Casas que sostienen que el proyecto de evangelización presentó problemas de comunicación con los aborígenes cuyas creencias religiosas ancestrales se encontraban bastante arraigadas. De manera que, en todo esto, las imágenes se convirtieron en uno de los medios por excelencia para empezar a adoctrinar al pueblo aborigen por medio del arte.
Siendo La Española la cuna de las principales edificaciones coloniales, aquí no se produce sincretismo alguno entre el arte europeo y el aborigen, tampoco se refleja el componente africano en la pintura de los años de herencia colonial, al menos no existen registros que así lo evidencien como bien señala el especialista Danilo de los Santos en su “Memoria de la Pintura Dominicana”. En esta etapa no hay indicios de la existencia de una escuela de arte. Tal parece que hasta bien entrado el siglo XVI, los primeros modelos representacionales provenían directamente desde Europa, de la Escuela andaluza, la sevillana y, uno que otro ejemplar de academias italianas, principalmente de Flandes.
Ciertamente, remitirnos a los anales del arte dominicano, es adentrarnos al arte religioso, ya que buena parte de las obras que llegaban a la isla, eran traídas para decorar los templos de las iglesias, sin soslayar como bien apunta de los Santos que la primera colección de arte de la que se tiene noticia es traída en la flota que transportaba al Virrey Diego Colón y Doña María de Toledo, por lo que el coleccionismo en el Nuevo Mundo, inicia en La Española y no en otro lugar de América.
Más todavía, el Marqués de Lozoya sentencia que son tres las obras fundamentales de la etapa colonial, una de las piezas representa a una Santa Mártir y fue encontrada en la Sala del Tesoro de la Catedral Primada de América, otra es la representación de la Virgen de la Antigua y, un tercer ejemplar, denominado “La Virgen de Cristóbal Colón”, la cual se encuentra en el Museo Lázaro Galdiano en España.
De modo que, aunque el Marqués de Lozoya advierte que esta última pieza tiene como fondo la Catedral de Santo Domingo, habiendo visto la obra en el Museo Lázaro Galdiano y, también, la magnífica copia en el Museo Sacro de La Vega, la propia ficha del museo español se la atribuye a la escuela castellana, refrendando que fue ejecutada en el primer cuarto del siglo XVI y, a pesar de que la construcción de la Catedral de Santo Domingo se aproxima a esas fechas, lo cierto es que los demás elementos que conforman el fondo remiten a otro lugar. Basta ver la estilización en la edificación de la derecha, además del paisaje montañoso en las profundidades del cuadro
Es un hecho que la Catedral Santa María de la Encarnación conserva uno de los más grandes tesoros en lo que respecta al arte religioso, pero también el Museo Sacro de La Vega, el cual deviene referencia obligada. También está el Tesoro de la Basílica Catedral Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey, donde su pieza fundamental es precisamente la imagen de “Nuestra Señora de la Altagracia” (siglo XVI) que no requiere grandes descripciones, pues es la máxima expresión del culto mariano para todos los dominicanos de fe cristiana.
Hay que precisar que si bien la estética europea del siglo XVI estaba regida en gran medida por el Renacimiento, Castilla y Aragón que para entonces comprendían el reino de España aún conservaban la influencia del arte medieval, por lo que las obras que llegaron a Santo Domingo corresponden a una etapa de transición, en vista de que el Renacimiento fue tardío en el territorio español.
Son muchos los mitos que acompañan las producciones de arte religioso que llegaron a La Española y, es sin duda, un tema que requiere gran atención por parte de los estudiosos de la materia, pues el grueso de obras deben ser conocidas por el pueblo, ya que las mismas forman parte de la patrimonio y memoria colectiva del pueblo dominicano.
Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, Cuba.
Ha realizado estudios sobre Curaduría y Montaje de Exposiciones en el Centro Espacio Dospuntos, Buenos Aires, Argentina.
Diplomado y especialidad en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario por la Escuela de Graduados en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del INSUDE, Ministerio de Defensa de República Dominicana.
Actualmente cursa un máster oficial con acceso a doctorado en diseño, gestión y dirección de proyectos de cooperación internacional con la Universidad Europea del Atlántico y la Universidad Internacional Iberoamericana de México.
Es además miembro fundadora de la Asociación Dominicana de Historiadores del Arte (ADHA).
Columnista del periódico el Caribe.