Hay algo que Kobe Bryant dijo una vez que se le quedó grabado al entrenador de baloncesto olímpico masculino de Estados Unidos, Steve Kerr, y que parece especialmente importante ahora.
Se trataba de cómo otras naciones han logrado grandes avances en el baloncesto, de cómo se está cerrando la brecha entre el resto del mundo y Estados Unidos y de cómo eso ha sido algo grandioso para la NBA. Y la respuesta de Bryant, parafraseada, fue básicamente: “¿Y qué?”.
Su argumento: si todos los demás están mejorando, entonces Estados Unidos debe encontrar formas de hacer lo mismo.
“Quizás podamos mostrarles eso a los muchachos”, dijo Kerr. “Me encanta. Y esa tiene que ser nuestra actitud este verano”.
Después de meses de planificación, llegó el momento de que el equipo olímpico de Estados Unidos, que irá a los Juegos de París a finales de este mes en busca de su quinta medalla de oro consecutiva, tome la palabra. El primer entrenamiento del equipo será el sábado, el comienzo de un campo de entrenamiento de cuatro días antes de su primer partido de exhibición contra Canadá el miércoles.
Los jugadores comenzaron a llegar el jueves a Las Vegas; Stephen Curry fue el primero en registrarse para el campamento, lo que quizás resalte lo ansioso que está por lo que serán sus primeros Juegos Olímpicos. Los 12 jugadores se conocen desde hace años, pero la tarea de convertirse en un equipo comienza en serio el sábado.
“Siento que todo empieza cuando llega el momento, porque es cuando realmente nos vemos cara a cara”, dijo Bam Adebayo, que busca su segunda medalla de oro después de ganar una en los Juegos de Tokio hace tres años. “Tenemos esas conversaciones, tenemos esas muchas conversaciones sobre lo que estamos atravesando, lo que estamos tratando de hacer. Y ahí es cuando llega el momento de ser realmente honestos sobre lo que queremos hacer”.
Esa parte es fácil: ganar el oro.
La parte de cómo hacerlo, esa es la clave.
El año pasado, Estados Unidos tuvo otra experiencia humillante en la Copa del Mundo: después de terminar séptimos en 2019, los estadounidenses fueron cuartos en Manila. Pero el argumento (o la justificación, a falta de una palabra mejor) para esos tropiezos fue que Estados Unidos no estaba enviando el mejor plantel posible a esos torneos. Conseguir que los grandes nombres como Kevin Durant y LeBron James participen en los Juegos Olímpicos es una cosa. Conseguirlos para la Copa del Mundo y pedirles que representen a su país en veranos consecutivos es otra cosa.